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7 cosas que se aprenden viviendo en la montaña

  • Foto del escritor: Dani Quintana
    Dani Quintana
  • 2 may 2017
  • 6 Min. de lectura

Cada lugar que visitamos nos enseña algo, creo totalmente en esto. Cada destino nos cambia un poco, en el buen sentido, por como aprendemos al viajar, de la gente, de sus costumbres, de su naturaleza... Pero últimamente hay algo que me tiene pensando y es que el entorno en el que uno pasa una buena temporada, puede dejar marcas, puede cambiarnos y en este caso, siento que vivir en la montaña tiene esa connotación.


Para las personas que no me han leído antes, yo soy de Costa Rica y vivía en Santa Ana, que es un pueblo bastante tranquilo, aunque tiene muchas cosas de una ciudad, en términos de, restaurantes, bares, cines, teatros, conciertos, sin necesariamente tener rascacielos o miles de personas cruzando una avenida aunque si tenemos muchísimos carros y muchas presas (en tico) ó tráfico (para el resto del mundo), pero todo rodeado de verde y montañas. Pero bueno, esto como para poner en contexto este post, hace 2 años ya que nos vinimos a vivir a India, no a la parte caótica que se ve en las películas como Delhi ó Mumbai, vivimos en el norte, a 290 kms de Delhi, en un pueblo que se llama Mussoorie, y está a más de 2.000 mts de altitud. Nosotros literalmente vivimos en la montaña y es lo máximo, es muy chiva, es una experiencia totalmente diferente, yo me siento como Heidi todos los días… ¡jajaja!


A ver, no es que vivamos en una granja, ordeñando vacas y recolectando flores… bueno, eso sí lo hago… La cosa es, que nuestra casa está en la montaña, y estas son las cosas que he aprendido viviendo aquí.


1. Aprendí a ser más valiente

¡Es cierto! Bueno, no quiere decir que sea muuuuuy valiente pero digo más que antes. He aprendido que somos nosotros los que estamos viviendo en medio de la naturaleza y por esto se me hace un poco más natural meterme a la ducha y tener a una araña gigante a la par mía o pasar por el medio de un grupo de monos para poder llegar a mi destino final, aunque tenga piedras en la mano y me tiemblen las rodillas. Pero juro que ,al principio, no salía de la casa sola porque me daban mucho miedo los monos y no es que sea exagerada, es que aquí los monos no tienen miedo de las personas y si se tienen que defender porque se sienten intimidados, no se lo piensan dos veces. A los leopardos, si que no les he perdido el miedo, pero igual creo que soy más valiente, por lo menos, psicológicamente, porque ya no me asombra tanto escuchar lo que hicieron la noche anterior.

Familia de Langoures

2. Aprendí que las tormentas tienen otra dimensión

Cada vez que hay tormenta creo que viene un huracán, empiezo a poner tape en los vidrios y alisto provisiones de comida y así... ¡jajaja! Casi casi, pero de verdad, los árboles se mueven como si que se fueran a caer y el sonido del viento entre tantos árboles es como si que se aproximara el final de los tiempos y lo peor de todo es que, cuando caen rayos muy cerca, salen chispas por los toma corrientes y juro que es cierto. La primera tormenta la pasé con una amiga, tenía como 2 semanas de haber llegado y me acuerdo de correr casi al llegar a la casa porque sonaba el viento así y me imaginaba que venía ¡¡¡¡ciclón!!!! Ahora solo desenchufo todo y me pongo a ver pelis con palomitas.

Himalayas desde Mussoorie

3. Aprendí que uno pierde la noción de la moda

Esto es muy vacilón y no quiero que piensen que ando como la Cuatrufia por la vida pero, más o menos… ¡jajaja! Lo que pasa es que uno aprende a ser más práctico, pasa que viviendo en la montaña uno tiene que caminar mucho por senderos y lugares con piedras y tierra, así que por ejemplo tacones, nunca más en la vida, solo botas o flats cuando el clima está caliente y por este lado del mundo solo pasa 3 meses al año. Carteras pequeñitas o de diseñador ¡ni una! ¿Para qué? Si tengo que andar con foco, sombrilla, piedras para los monos, chubasquero por si acaso… Nada de esto me cabría en una cartera así, y si fuera más grande la echaría a perder en 1 semana. Ahora les voy a contar mi nuevo accesorio favorito en el punto número 5. Y en general es así, ahora me visto para estar cómoda y para estar lista por cualquier cosa (menos para un ¨Fashion Week¨), pero aprendí que la simplicidad lo vuelve a uno más relajado.


4. Aprendí que los televisores están sobrevalorados

Desde hace algunos años dejé de ver los noticieros y aprendí a leer solo lo que me interesaba en ciertas páginas de noticias, tanta cosa negativa y tanto amarillismo me ponía mal, de verdad me ponía triste y hasta salía a la calle un poco nerviosa. Seguía viendo la tele para ciertas series y pelis o para ¨Las mil y una noches¨ (ya seeee… desde que estaba en la escuela me sentaba a ver las novelas en la sala de la casa con mi abuelita y me quedó la costumbre) pero la verdad es que siempre he sido más de radio, prefiero escuchar música para cualquier cosa que haga antes que poner la tele. Pero bueno, llegamos aquí y no teníamos tele y realmente podríamos haber comprado una, pero no fue nuestra prioridad y aprendimos a vivir sin uno. No nos hace falta para nada, cuando queremos ver series o pelis, tenemos Netflix en la compu, pero en general nos acostumbramos a compartir nuestro tiempo así, con música y hablando…. ¿no les parece un súper plan?


Atardecer en Mussoorie

5. Aprendí a no salir de la casa sin una mochila

¡Este es mi nuevo accesorio favorito! Una mochila (un bulto en tico) y es que ésta si que está infravalorada al contrario de la tele… ¡jajaja! Es necesaria por todas las cosas que tengo que meter por si acaso (por si acaso llueve, por si acaso oscurece más temprano, por si acaso hace frío, por si acaso hay monos…etc), pero lo mejor de todo ¡por si hay que ir de compras! ¡Claro!!! Tiene una parte además amigable con el medio ambiente, no se usan bolsas plásticas y esto es algo que ya me quedará como costumbre independientemente de adonde viva, pero pare ser muy honesta lo aprendí, porque aquí es imposible andar con las frutas o los vegetales, o cualquier alimento a la vista sin que se le tire un mono encima ¡jajaja!.. Me escucho como Mowgli pero juro que lo he visto varias veces y paso de eso… Además para caminar distancias largas es mil veces más fácil con todo en el bulto, que en las manos con seis bolsas.

Mono malo, macaco

6. Aprendí a vivir sin un carro

Antes no me movía sin un carro, ¡¡¡para lo que fuera!!! Ir al trabajo, ir al gym, ir al super, ir a cenar… todo. Pero cuando llegamos aquí aprendí a caminar por la vida, hay senderos y hay atajos que solo caminando se pueden hacer, pero además me di cuenta que es de las cosas que más disfruto viviendo aquí, las caminadas, juro que es como meditar, es llenarse de energía con cada paso y no perderse de la naturaleza y todos los increíbles cambios que tiene de un día a otro y mucho más de estación en estación. Hay muchas cosas que nos perdemos por ir manejando y mucho estrés el que nos ahorramos al no pasar horas en el tráfico, pero sobre todo lo que ayuda a la salud, favor que le hacemos a nuestro cuerpo.

Las cosas que uno puede ver cuando camina

7. Aprendí que no hay por qué andar tan apurados, ni hablar tan rápido

Aprendí que el ritmo de la vida lo ponemos nosotros, de un tiempo para acá siempre había dicho que el tiempo pasa volando y que no rinden los días, pero, ¿es realmente esto cierto o es que nos gusta sentir que tenemos mil cosas que hacer?… ¿qué pasa cuando no tenemos nada planeado en un día? ¿nos aburrimos? ó tal vez, podríamos simplemente disfrutar la dicha de tener tiempo para nosotros y apreciar las pequeñas cosas, un buen libro, un buen café, el olor de la tierra mojada o solo estar agradecidos porque tenemos piernas para recorrer el mundo y no volvernos como esas personas que ya no se maravillan con un atardecer..

Mussoorie, India

Nos vemos en el próximo post montañeros!!

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